domingo, 14 de enero de 2018

¿Tierra de los Hombres Libres? 3

 ¿Tierra de los Hombres Libres? 

Una Perpectiva Católica sobre la Historia Norteamericana


Por Charles A. Coulombe


Tomado de la introduction al libro 'Puritan's Empire',  por Charles Coulombe
Traducido del inglés por Roberto Hope


 Parte 3

Las Américas

Debido a una ausencia de registros escritos, un velo cubre la cara de la América pre-colombina. Aun cuando existe la creencia general entre los académicos de que hubo poco o ningún contacto entre las Américas y el resto del mundo, algunos estudiosos sostienen lo contrario, La historia de las Américas es tan o aún más interesante desde este punto de vista. En el artículo “México” en la Catholic Encyclopedia (tomo X, p.252) hay una relación fascinante de la religión mexicana pre-colombina. Algunas de sus tradiciones son cercanamente paralelas a varias narraciones del Génesis, y representan los restos de la revelación original dada a los primeros hombres. Pero otros elementos tienen un origen posterior.
En la historia de las naciones del antiguo México, la venida de Quetzalcóatl marca una era separada. Se dice que venía de la provincia del Pánuco, un hombre blanco  de gran estatura, frente amplia, pelo negro y largo, y vestido con una túnica cubierta de cruces blancas y rojas. Casto, inteligente, amante de la paz, versado en las ciencias y en las artes, predicó con el ejemplo y su doctrina una nueva religión que inculcaba el ayuno y la penitencia, amor y reverencia a la Divinidad, práctica de la virtud y odio al vicio.
Llegó a predecir la llegada de hombres blancos en un lugar y época particulares (que casualmente resultó coincidir con aquéllos de cuando vino Cortés) que derrocaría  a sus antiguos dioses. Fue desterrado y pasó a Yucatán con el mismo mensaje; entre los Mayas fue llamado Kukulcán. De su época data en ambas regiones la veneración de la Cruz por los nativos, y en varios lugares se practicaban ritos que él había introducido, que evocan el bautismo, la confesión y la comunión. Los Mayas que practicaban esto llamaban al pan Toyolliatlacual “alimento de nuestras almas”. El autor del artículo supone que Quetzalcóatl fue un sacerdote noruego arrastrado fuera de curso quizás de los viajes nórdicos. Otros sugieren que era algún discípulo del irlandés San Brandán el Navegante, o quizás el propio santo. Sea cual fuere el caso, las implicaciones de la canción escrita por Cauich, Sumo Sacerdote de Tixcayón antes de que llegaran los españoles son claras:
Habrá de venir el signo de un dios que habita en lo alto
Y la cruz que iluminó al mundo se hará manifiesta
La adoración de dioses falsos dejará de ser
Vuestro padre viene, Oh itzalanos! 
Vuestro hermano viene, Oh itzalanos!
Recibid vuestros huéspedes barbudos del Este
Que vienen a traer la señal de Dios 
Es Dios quien viene a nosotros, humilde y santo
Es interesante notar que Nuestra Señora se apareció en Guadalupe en el atuendo tradicional de una princesa india. Esta aparición en 1531 fue la señal para una conversión masiva. El antiguo Perú también tuvo una figura como Quetzalcóatl, Viracocha, que se decía que era un viejo barbudo que vestía una túnica y llevaba un báculo.

Los Vikingos, cuando eran todavía paganos, habían perseguido a monjes irlandeses fuera de Islandia. Al asentarse en Groenlandia, hallaron evidencia de que el mismo grupo los había precedido y luego huido hacia el occidente. Según la Epopeya de Vinlandia, los indios que los noruegos encontraron más tarde en la costa de Norte América les informaron de hombres blancos barbados que, vistiendo túnicas, llevaban cruces en procesión. Los vikingos supusieron que éstos eran todavía más de los mismos. Ellos mismos mantuvieron una diócesis en Groenlandia desde el siglo décimo hasta los años 1400s, cuando la colonia Groenlandesa pereció. Por supuesto, no tenemos manera de conocer qué labor misionera llevaron a cabo, de haber habido alguna, sea de manera colectiva o por medio de individuos solitarios.

Además existe la famosa historia de Madoc ap Owain Gwynedd, el legendario Príncipe Galés que muchos sostienen que condujo a una partida de colonos a Norte América en 1170. Las leyendas de “indios blancos” que llevaban misales hechos trizas, crucifijos, rosarios, etc. parecen tener alguna base en hechos. Monedas romanas (que en aquél entonces circulaban en Gales) se han descubierto en Kentucky donde un grupo así se rumoraba que que existía cerca de Louisville en el siglo XVIII. Lewis y Clark se sorprendieron mucho de la apariencia caucásica de muchos de los indios Mandan; el artista George Gatlin, quien vivió entre ellos antes de su casi destrucción por la viruela, y los conocía mejor que cualquier otro hombre blanco, sostenía que su lenguaje contenía una gran cantidad de palabras galesas. Cual haya sido el caso, las Daughters of the American Revolution consideraron que la historia tenía suficuente prueba para eregir un monumento a Madoc en el supuesto lugar de su desembarco en la Bahía de Mobile.

Hay más supuestos rastros de visitas de japoneses, chinos, africanos y hasta fenicios a costas americanas, anteriores a Colón, Pero independientemente de que tales viajeros hayan llegado o no, fue Colón quien comenzó el movimiento que habría de hacer de América una parte integral de la civilización de Europa.

Ya había, sin embargo, civilizaciones en las Américas: la sangrienta teocracia de los Aztecas, y el despotismo de hormiguero de los incas. Lo que sea que le hayan debido a contactos con el viejo mundo, eran ciertamente lo suficientemente distintas. Muchas otras civilizaciones, los Olmecas de México, los Chimus del Perú, y por supuesto los Mayas de Yucatán, habían surgido y caído. En Norte América, una cultura semejante, llamada “Constructora de Montículos” (por los enormes montículos que construían) o “Mississippiana”, que para el año 850 DC había alcanzado prácticamente el mismo nivel tecnológico que alcanzaron los incas o los aztecas. Pero algunos cientos de años más tarde comenzó a desmoronarse bajo presión de las tribus de las Planicies y de los Bosques. Para cuando llegaron los Europeos, los indios de Natchez sobrevivían como un remanente solitario, así como los Byzantinos lo fueron de Roma. Es interesante que así como el Inca era llamado “Hijo del Sol”, el caudillo de los Natchez se llamaba “El Gran Sol” 

Los Indios de Norte América en la época del descubrimiento eran mucho más primitivos que sus contemporáneos aztecas o incas o que sus predecesores Mississippianos. Las tribus mas establecidas, tales como las del Sur y las del Noreste, cultivaban calabaza, frijoles, maíz y calabacitas. Los Indios de las Planicies, careciendo de caballos (ya que éstos no llegaron hasta que los trajeron los españoles) vivían vidas sedentarias en cabañas enclavadas en los bancos de los ríos. En el lejano oeste, los indios de California vivían vidas miserables, subsistiendo principalmente de bellotas y conejos (los fuegos que las tribus locales encendían para ahuyentar a los conejos de sus madrigueras en el área de Los Ángeles le trajeron a esa futura ciudad su primer smog). Los indios del NorOeste vivían relativamente cómodos. Éstos últimos se hicieron famosos por los potlaches, festejos en los que los anfitriones regalarían la mayoría de sus bienes a sus invitados.

Era un continente abundante en caza, bisonte, venado, alce, conejo, paloma viajera, guajolote, y muchos otros animales y aves llegaban a las alacenas de las tribus, así como diversas plantas silvestres, y los cuatro cultivos básicos arriba mencionados. Más al sur se  cultivaba el cacahuate, el chocolate, la papa. Su introducción posterior al resto del mundo (del cual estaban ausentes) habría de causar una gran revolución en la dieta de varios países del viejo mundo al igual como la importación de comida y plantas europeas ocasionaría en las Américas.

En todo caso, sucedió que en la época del descubrimiento no había naciones indígenas capaces de presentar una resistencia real a los europeos fuera de los Aztecas y los Incas. La sed de sangre de los primeros y la rígida conformidad interior de los segundos mermaron seriamente su capacidad para defenderse contra cualquier cultura tecnológicamente superior con la cual ellos quisieran entrar en contacto.


(Continuará)
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